Unas puertas de cristal se elevaron frente a mi. Al abrirse, mostraron un rostro amable.
Un laberinto de pasillos conducían a mi rincón exclusivo de espera donde la protagonista era una cama.
La larga espera se hizo corta con la llegada de la silla de ruedas que venía a recogerme.
Ese laberinto de pasillos que yo había andado, ahora me trasladaban hacía un lugar más subterráneo.
Esperando tumbado sobre una cama, observaba una fuerte luz que bañaba mi cuerpo.
Una mirada desconocida, acompañaba a una aguja que desaparecía en mi brazo.
El techo empezó a moverse....Y cuando se detuvo, lineas de luz y de ojos sobre mi.
Un cinturón rodeaba mi cuerpo, que en ese momento no recordaba haber sido valiente.
Y cuando algo se posó sobre mi nariz y mi boca, la luz y las miradas se difuminaron lentamente, hasta adentrarme en la oscuridad.
Entonces mi corazón empezó a latir fuertemente.
Sentía la necesidad de respirar, pero no lo conseguía.
Abrí los ojos y al encontrarme nuevamente con esa fuerte luz que bañaba mi cuerpo, lo entendí.
Todo había pasado
Qué bonito es seguir vivo!
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